Durante el tiempo que llevo aquí he conocido bastantes puntos de la costa este, todos ellos muy verdes. Así que cada vez eran más las ganas de conocer el centro y uno de los rincones más inhóspitos del país, el Red Centre.
Hace un par de semanas emprendimos la aventura hacia Alice Springs, en Northern Territory y punto de partida y retorno de la expedición. Una vez nos hicimos con las provisiones, pusimos rumbo al Uluru (Ayers Rock), para ver anochecer.
A la mañana siguiente volvimos a ver como salía el sol y a rodear la roca. Todo ello bien untados de insecticida y protegidos con una red para evitar que las miles de moscas se nos metieran en los ojos o boca o nariz.
Uluru es un centro de gran significación para los aborígenes australianos. Los Anangu recomiendan a los visitantes que no suban a la roca, ya que para ellos es sagrada.
Es el mayor monolito del mundo y obtiene su nombre inglés en honor a Primer Ministro australiano, sir Henry Ayers. Como otro atractivo turístico, los cambios de colores al anochecer y amanecer. Y nosotros no nos íbamos a perder ni lo uno ni lo otro.
Tras el primer track nos dirigimos a las Olgas, y algunos valientes se lanzaron a hacer la excursión. He de reconocer, que me faltó tiempo para rajarme. No que estuviera muy cansada pero el calor era asfixiante y en el camping había piscina así que…
El tercer día lo dedicamos a descubrir el Kings Canyon y esta vez sí me anime. Las vistas merecieron la pena (más de dos horas andando bajo un calor que fundía y casi sin agua).
A parte los paisajes impresionantes me llamó mucho la atención ver tantísimas estrellas por las noches. Y tan pocos canguros! De hecho, salvaje no ví ninguno, pero al menos vimos varios camellos mientras recorríamos la zona…